miércoles, 20 de julio de 2011

Le cinéma. Tercer acto. Y un añadido.

Un fondo negro y silencioso. Sin previo aviso, una figura. Él. Ella se despierta. 'Era un sueño' un sueño repetitivo y sin precedentes. Se estira. Escucha el crujir de las sábanas. Y luego se sienta.
Repiqueteo acompasado en la ventana. Llueve. O no, igual no es eso. Quizás él. Se acerca a la ventana. Aparta las cortinas. Y de pronto, surge la imagen. Un pájaro. Sin sombrero, sin tabaco.
Luego la mano. Más tarde la frase. 'Siempre te querré'. El pájara voló. Las luces se apagaron.
Las figuras se marchan. El negro fundido.

(...)

Tengo que decirte que aún no sé cual de los tres soy. Sólo sé que no te gusta la gente que es feliz todo el tiempo y que por eso te exaspero, sólo puedo prometerte que intentaré ser infeliz más a menudo, o, al menos, demostrarlo. Tú sigue con tus arboles, tus conversaciones y tus luchas de vanidad. Al final del verano, quizá vea todo más negro. Y, quizá, sólo quizá, tú puedas ver el bosque mejor.

...

Però, si dubtes, podries atrevir-te a sortir amb mi a fer un cigarret.
Per si penses que podria servir-te, jo m’esperaré per aquí encara algun temps.


Esta canción regurgita a verano y hace una bonita imagen literaria de él.
Aunque no te guste el humo, ya sabes donde estaré.

martes, 12 de julio de 2011

La inestabilidad de caminar a la pata coja.

Estaba harta de tanta búsqueda y tanta suciedad. De acabar siempre en la misma calle con los zapatos empapados y sin mechero.
Solía encontrar pequeñas cuerdas por el suelo. Cuerdas de máscaras. Cuerdas que unía a un ovillo. Un ovillo, que cada vez era más grande. Y se dió cuenta de que la gente cada vez tenía más capas de máscaras en la cara y que, cada vez, se hacía más difícil arráncarselas en un momento de debilidad.

Y no sólo estaba la humedad, era el caminar a la pata coja y sin rumbo, sin ninguna idea de a donde se dirigía. Y así pasaba el tiempo, dando tumbos de aquí para allá. Viviendo -una vez más- entre el infinito y la Argañosa.

Pero no os creáis que esto siempre fue así, hubo un tiempo en el que ella tenía el camino marcado. Un camino perfectamente asfaltado, pero el tiempo avanza y el camino termina por borrarse.
Y a veces, viaja al País de la Memoria y recuerda que en algún momento de su pesquisa, alguien le dijo 'Sigue el camino de baldosas amarillas'
Pensó que quizá habría opciones -ya sabeis, blanco o negro, frío o caliente, allí o acá- pero se dió cuenta que en un instante había perdido las posibilidades y el tiempo -que quizá se hubiera escapado por el agujero de su pantalón, silenciosamente como se cae la arena, sin que ella se percatara- y es que algunas veces, pensó 'el zapato izquierdo siempre va en el pie izquierdo y no hay más.'


A pesar de eso, a pesar de la inexistencia de un mapa y de la constante lluvia, la búsqueda debe continuar. La incansable búsqueda de un espejo en el que se pueda mirar.