En aquel tiempo nadie decía nada.
Era la era de las comunicaciones.
Locura, humor, fantasia,
ideas crepusculares,
versos tristes y vulgares,
eterna melancolía,
angustias de hipocondria,
soledad de la vejez,
alardes de insensatez,
arlequinada, zozobra,
rapsodios en donde sobra,
y falta mucho a la vez.
Pío Baroja
jueves, 18 de febrero de 2010
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