Tengo que ponerme en serio. Que ya es hora. Que ya tengo una edad. Que hasta las propias excusas se están quedando sin razones 'de peso', 'válidas'. Y es que cuando hay alicientes para no salir de casa es difícil conseguirlo.
No sé, supongo que debería empezar a ponerle trabas a la somniolienta vagueza que tira de mí todas las mañanas. Aunque la mecánica de mi cabeza (y mis instintos), a veces, no me lo permitan.
Así pues, ¡salgamos a la calle!¡Observemos cómo los termómetros bajan sus temperaturas hasta mirarse el ombligo!¡Dibujemos nuestro aliento en el aire! Aunque en ocasiones, este se encuentre viciado, perturbado, sucio. Y eso acabe corrompiéndonos.
Pero, tranquilos, siempre queda el vacío y aséptico baño. (Se oye el goteo de un grifo)
miércoles, 10 de noviembre de 2010
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