Y las distancias geométricas y esas falacias ausentes -que te inventas-
para no seguir el rumbo y acabar circunscrito a tus límites.
Eso que tú llamas 'metas'.
Y ese aro que gira. Y esos platos que giras.
Y esos ojos que entornas.
Y, sí, el pecho que agitas.
Y ese viraje del último segundo. O de las últimas tres semanas.
Que es tu impulso, tu meta.
Tu límite.
Tú, límite.
Las clavículas que se rompen.
Me autoimpongo el espacio.
domingo, 12 de mayo de 2013
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