sábado, 26 de febrero de 2011

Complementos del ser y el haber .

Y cuando escribo, la mayoría de las veces no quiero decir nada. Pero acabo diciéndolo.
Es tan bonito escribir sin ánimo de lucro, sin razón, sin sentido. Olvidar la presión de las palabras, de las conversaciones que se guardan en la caja negra de la memoria, dejar de medir su peso. El de las palabras.

Escribir porque sí. Poner palabras al azar, enlazarlas. Escupirlas, violarlas, pisotearlas. Unirlas. Con tu propia lógica, con tu significado. O sin él.

Sacarina - asfalto - pólvora - tucán - zozobra

Sucesiones de irreverentes ráfagas de ideas del noroeste, del sureste. De arriba. Que viajan en diagonal, en avión, en bicicleta. Malheridas, cojas. Perseguidas por viejas ideas, ya obsoletas y seniles. Ideas con niveles, con subideas. Falacias. Y en ocasiones, las verdades más puras.
Así, sin quererlo. Verdades.

Y con esto no digo nada. Y lo digo todo.

2 comentarios:

  1. Digamos que las palabras no son un medio para ser feliz aunque si para escupir todo lo que tienes dentro y no te quieres comer. Es verdad, tan sólo el eco de no tener nada, nada que decir; y yo, aunque sea sin sentido, quiero decir. Aunque sólo sea: "bla, bla, bla".

    Nos vemos con nuestras amigas las cervezas, cervezas, ezas, ezas, as.

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  2. Jamás podrás evitar que interprete tus textos, buscándoles sentido. A las 7 de la mañana.

    Por muy sagaz-que-seas.

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