Tenía las manos bonitas y los ojos grandes.
Eso era todo.
No había nada más.
Sólo esa marca en las pupilas.
Un brillo. Un instante.
Sólo duró eso. Una nada.
"Fracasé una vez, fracasé diez mil
y aún así alzó mi copa hacía el cielo
en un brindis por el hombre de hoy
y por lo bien que habita el mundo."
domingo, 23 de octubre de 2011
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Y a veces ni siquiera es eso, ni las manos ni los ojos. Ni siquiera esa marca en las pupilas. A veces es... no sé, un lunar. Y los lunares también duran una nada.
ResponderEliminarMi besos son imborrables, pero no se leen en mi rostro con claridad.
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